FUNDACIÓN KEN Y OLI JOHNSTONE
(Fundación Kenoli)

La Fundación Kenoli es una pequeña fundación canadiense que trabaja para transformar la vida de las personas en cuatro de los países con más pobreza en Centro América: El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua. Nos enfocamos en las mejoras prácticas que han demostrado que marcan una gran diferencia en la vida de las personas y transforman las comunidades.

Antes de la pandemia mundial del COVID-19, los casi 40 millones de personas de estos cuatro países habían experimentado algunos avances en la mejora de sus condiciones de vida, aunque lentos. Sin embargo, ahora con la pandemia, lo poco que se había ganado se ha perdido o incluso se ha revertido. De acuerdo con datos de la Comisión Económica para América Latina de las Naciones Unidas, la región ha perdido el 10 % del Producto Interno Bruto (PIB). Esto llevará al aumento de un 3 al 6.5 % de las personas pobres, lo que se traducirá a que vivirán más en pobreza entre 1.2 y 2.6 millones de personas.

Para empeorar la situación de la pandemia, en noviembre de 2020, los huracanes ETA e IOTA azotaron a Nicaragua, Honduras y parte de Guatemala y El Salvador. Las continuas inundaciones afectaron las cosechas, lo que conllevó a que los agricultores de subsistencia pasaron más apuros y provocó la disminución de alimentos para 2021. Las incesantes lluvias también derribaron decenas de puentes y destruyeron más de 1,400 caminos en la región.  A esto se unió el hecho que miles de personas perdieron sus hogares y el acceso al agua potable. Estos desastres naturales, probablemente sean consecuencia del cambio climático y solo aumentan con mayor rigurosidad la vulnerabilidad de las personas, lo que conduce al aumento de la pobreza.

Ante tal magnitud, Kenoli dio respuesta inmediata. Se aprobó ayuda humanitaria para las comunidades con las que trabajamos y lograron satisfacer algunas necesidades básicas de supervivencia. Las contrapartes han demostrado resiliencia y adaptabilidad en el trabajo al momento de enfrentar estos obstáculos aparentemente insuperables cuando tratan de hacerle frente al aumento de la pobreza y a la búsqueda de formas para mejorar la vida de las personas.

PROGRAMAS

El Salvador es el país más pequeño de América Central, con una población de 6.5 millones. A pesar de ser altamente urbanizado, el país experimenta altos índices de pobreza y una significativa emigración. Las contrapartes de Kenoli trabajan para mejorar la vida de personas más vulnerables y les brindan oportunidades significativas. Esto desalienta la emigración.

Guatemala tiene la mayor población (17.3 millones) y la economía más grande de Centro América. Sin embargo, las tasas de pobreza y desigualdad del país son de las más altas de América Latina, particularmente en las comunidades rurales e indígenas. Las contrapartes de Kenoli en realizan esfuerzos para aliviar la pobreza y abordar la desigualdad por medio del empoderamiento de niñas/os y mujeres, la soberanía alimentaria, el apoyo a los derechos indígenas y la promoción del desarrollo rural integral.

Honduras, con una población de 10.4 millones, es uno de los países más desiguales de América Latina. Aunque la nación ha progresado en la reducción de la pobreza, la mitad de la población aún vive en condiciones de pobreza. La tasa de homicidios ha disminuido en los últimos años, pero sigue teniendo una de las tasas más altas del mundo. Las organizaciones que trabajan con Kenoli lo hacen en condiciones muy desafiantes, abordando los derechos humanos, el desarrollo rural holístico, el desarrollo de la temprana edad de la niñez, la seguridad y soberanía alimentaria y la capacitación técnica en comunidades/aldeas rurales.

Nicaragua es el país más grande de Centro América, pero tiene una población de solo 6.9 millones. El país es relativamente seguro; sin embargo, las tasas de pobreza son altas. La mayoría de la población trabaja en el sector informal, lo que hace que sus empleos sean precarios. Las contrapartes de Kenoli trabajan en la seguridad y soberanía alimentaria, el desarrollo de la temprana edad, el enfoque de desarrollo rural integral, las iniciativas económicas y el acceso al agua potable y el saneamiento.