En el corazón de El Limón, una comunidad remota y olvidada de Usulután, El Salvador, está ocurriendo algo extraordinario. En la humilde casa comunal, un grupo de madres se reunió con entusiasmo, para participar en la capacitación sobre desarrollo de la temprana edad. Estaba lleno de niños/as curiosos/as que reflejaban fuerzas y esperanzas.

Estas mujeres viven en condiciones de pobreza extrema. Son realidades que muchos/as ni siquiera imaginamos. Tienen pocas oportunidades para salir adelante. Sin embargo, ahí estaban, aprovechando el espacio para aprender y asegurar un mejor futuro para sus hijas/os. Con el acompañamiento de Cincahuite, la sesión significa más que un taller: fue una chispa para la transformación de sus vidas.

Cada una de las mujeres compartió, emocionada, lo importante que ha sido para ellas este acompañamiento, pues han mejorado la forma en que ahora cuidan y educan a sus pequeños/as. Sin embargo, el cambio va más allá: muchas de ellas también han iniciado a trabajar sus propios huertos familiares. Ahora cultivan, con orgullo, sus alimentos en casa. Otras han hecho mejoras en sus viviendas. Esto demuestra que, aun las pequeñas acciones son significativas para que cambien sus vidas en el día a día.

Visitamos a Flor, madre de varios niños/as. Nos recibió en su casa con una sonrisa y una historia que toca el corazón: hasta hace poco, el piso de su casa era de tierra. En época de lluvias, el río cercano inundaba su hogar, dejando el suelo lleno de lodo, el mismo lugar donde ella cocinaba y donde jugaban sus hijos/as.

Gracias al apoyo de Cincahuite, la familia de Flor logró subir el nivel del piso y alisarlo con cemento. La familia hizo todo el trabajo y puso la arena y los bloques; Cincahuite aportó el cemento. Al final, ahora tienen un espacio limpio, seguro y digno para toda la familia.

Las paredes de la casa de Flor aún siguen con láminas de zinc, y el calor dentro es sofocante. Pero al ver la mirada de Flor después de mostrar su piso nuevo, ella habla con orgullo. Es un paso adelante y ella nunca imaginó posible pero ahora piensa en seguir construyendo.

En Kenoli, nos sentimos profundamente agradecidos con Cincahuite. Esta es una organización comunitaria que camina junto a las familias más vulnerables, ofreciéndoles oportunidades. Su trabajo demuestra que el desarrollo verdadero nace desde la comunidad: con mujeres empoderadas, para ver niños/as saludables y tener familias más fuertes.

Esto no se trata solo de desarrollo y bienestar; se trata de dignidad. Estas mujeres pese a las dificultades, se levantan cada día por sus familias y hacen posibles los cambios que van mucho más allá de sus hogares.