Los Alpes está ubicada arriba de las montañas de San Marcos. Para llegar, hay un camino empinado, y ahí el agua es escasa. Ahí conocimos a un grupo de mujeres que han transformado, con fuerza sus vidas.

Llegamos a la casa de Rosa y nos recibieron con sonrisas, con un letrero de bienvenida pintado a mano y con una colorida muestra de muchas verduras y frutas frescas. La comunidad no tiene agua potable, y cada gota debe cargarse o almacenarse de la lluvia. Pero esta dificultad no ha sido obstáculo para estas mujeres.

Hace dos años, Rosa estaba embarazada y deprimida. Su patio estaba lleno de monte. Cuando empezó a participar en las capacitaciones de CESTA, todo cambió. Aprendió a sembrar y cuidar de su huerto. Ahora está lleno de hortalizas, plantas medicinales y árboles frutales. Su familia come de lo que cosecha allí mismo, y tiene agua gracias a un tanque en el que almacena agua de lluvia.

Julia, otra participante que visitamos, también ha transformado su espacio. Nos mostró su vivero con orgullo, lleno de flores, frutas y verduras. Ya no solo sobreviven, ahora viven con esperanza y mucho entusiasmo.

Estas mujeres ya no están solo sobreviviendo, sino que están prosperando. Sus ojos brillaban mientras compartían sus logros con nosotras. Ellas hablan no solo de cultivos y de la lluvia; sino que hablan con confianza, dignidad y esperanza.

Las mujeres de la comunidad Los Alpes, prepararon un almuerzo con lo que han cultivado: fue una clara muestra de su esfuerzo y amor. Ellas son ejemplo de lo que puede lograrse cuando hay acompañamiento apropiado, pero, sobre todo, cuando hay fuerza comunitaria y decisión.