La cara humana de la pobreza
La extrema pobreza significa vivir sin tener suficientes alimentos, tener la constante angustia para conseguir el próximo bocado y habitar en una casa con piso de tierra cuyo techo no aguanta cada ráfaga de viento, o aguacero que cae con fuerza, pues se siente que está cayendo dentro. Con frecuencia la pobreza implica no tener acceso a electricidad ni agua potable. Tampoco que haya una escuela cercana para los/as niños/as, e incluso, se tiene que decidir entre enviar a los/as pequeños/as a clases o enviarlos a trabajar en cualquier cosa para ganar unos centavos. Para muchos es no poder pagar por los medicamentos que se necesitan con urgencia. ¡A menudo la pobreza significa desesperación!
Aquí es donde las contrapartes de Kenoli contribuyen. Las 25 organizaciones de la sociedad civil con quienes trabajamos no pueden hacer mucho para cambiar los efectos dramáticos del cambio climático que dejan largos periodos de sequía y que luego se alternan con inundaciones. Tampoco pueden compensar a las personas por el daño que resulta de la corrupción de los gobiernos en esos países; ni por la falta de servicios básicos en áreas rurales. Además no pueden prevenir la terrible violencia y las acciones ilegales que sufren la ciudadanía en Honduras, El Salvador, Guatemala y Nicaragua. Pero lo que sí pueden hacer; y lo hacen muy bien, es dejar un gran impacto positivo en la vida de las personas pobres y vulnerables con quienes trabajan.
Nos inspira el trabajo de nuestras contrapartes y las personas con quienes hemos compartido. Ellos/as nos han demostrado resiliencia y determinación frente a grandes dificultades. Han sido capaces de transformar la desesperanza en esperanza y de empoderarse con la visión de un mejor futuro.
Ken Phillips • Presidente de la Fundación Kenoli
Tesorero de la Fundación Ken y Oli Johnstone