En las empinadas laderas de El Crucero, a menos de una hora de Managua, se encuentra la comunidad de Santa Julia. Con caminos precarios y sin transporte público, llegar hasta ahí fue un verdadero desafío, y en época de lluvias, transitar en vehículo puede ser casi imposible
Aquí conocimos a las valientes mujeres de dos cooperativas productoras, que trabajan con apoyo de Casa-Pueblito de Canadá. La historia de ellas es un modelo de transformación, coraje colectivo y sororidad.
Hace 17 años, carecían de lo más básico: agua, electricidad, letrinas y escuelas. La violencia doméstica era común y el silencio era la norma. Pero supieron que algo tenía que cambiar, y decidieron cambiarlo juntas. ¡Y lo lograron!
Hoy, sus vidas son profundamente distintas. Como dijo con orgullo Lea, una de las integrantes, ahora están “empoderadas de forma integral”. Cuentan con servicios básicos, viviendas dignas, alfabetización, y la cooperativa tiene incluso su propia cuenta bancaria. Pero, sobre todo, han recuperado su voz. Y la están usando.
Desde 2021, han recibido formación en género por parte de Casa-Pueblito, complementada con los talleres que recibieron de la Asociación de Trabajadores del Campo (ATC). Estas formaciones han sido claves para que hoy muchas sean lideresas en sus hogares y comunidades. La tierra, que antes pertenecía solo a los hombres, ahora se comparte: las mujeres tienen títulos legales a su nombre.
María Elena compartió una historia conmovedora: tanto ella como su madre fueron víctimas de violencia doméstica. Pero al integrarse a la cooperativa y recibir formación, su vida cambió. Hoy, no solo están seguras, sino que lideran a otras mujeres de su comunidad. Además, estas mujeres están transformando su territorio. En las tierras que antes no se cultivaban, ahora producen alimentos diversos. Aunque siembran en terrenos empinados así superan todo tipo de barreras.
Pero no todo está resuelto, las necesidades aún son grandes. La diferencia es que hoy están organizadas, capacitadas y fortalecidas. Han demostrado que el cambio real es posible y con el apoyo continuo, su potencial no tiene límites. Santa Julia no es solo una comunidad. ¡Es un ejemplo vivo del poder de las mujeres cuando se unen!